jueves, 30 de noviembre de 2017

Sólo uvas y tiempo. El mejor vino casero de La Rioja.



(Entrevista a la familia Ríos publicada en Revista INVOX el 14 de mayo de 2017)
Textos: Daniel Vega - Fotos: Daniel Vega y Archivo Familia Ríos.

El valle central de la provincia es conocido desde siempre por la calidad de sus uvas para vino y para mesa. Nos encontramos con una familia que lleva alrededor de 80 años elaborando vinos caseros y adaptándose con éxito a los vaivenes del mercado. Tradición y esfuerzo son los pilares que sostienen a estos productores con fe en el futuro.


La mañana es luminosa en Pituil. Los rayos de sol del otoño golpean, suaves, sobre las piedras que forman las paredes de la vieja bodega de la familia Ríos.  Este edificio, que desde 1933 es uno de los orgullos de esta zona que vivió épocas de justicias y otras de injusticias, ve silenciosamente caminar entre sus piletas a la cuarta generación de hacedores de vino. Cristian Ríos está de vuelta y volvió para quedarse.
Tal como hicieron su bisabuelo Manuel, su abuelo Domingo y su padre César, este joven cumple con lo que le impone el destino: elaborar vinos con las uvas que crecen sobre un suelo bendecido por las bondades climáticas de la altura. Mientras toma forma el proyecto de reconstruir la bodega para llevarla al lugar que ocupó en mejores tiempos, los vinos de la familia Ríos maduran bajo el riguroso cuidado de Cristian y de su padre.
El muchacho anduvo unos años por Mendoza estudiando y formándose. Luego estudió en la Universidad de Chilecito cuestiones relacionadas con el vino. Un día volvió a Pituil y le dio la gran noticia a su papá: “Viejo, yo también voy a hacer vino”. César sintió en el corazón esa extraña mezcla de alegría y de incertidumbre. Por un lado, que su hijo retomara la actividad familiar le generaba un enorme placer y, por otro lado, sabía que si bien elaborar vino no es en sí mismo una tarea difícil, lo difícil es todo lo que viene después. Cuando el producto está listo y hay que salir a hacerlo conocer.
No es solamente César quien dice que las uvas que se dan en Pituil son las más perfectas y maravillosas de la provincia. Cuando uno anda por otras zonas vitivinícolas riojanas y dice “Pituil”, hasta a los competidores viñateros más fuertes se les ablanda el corazón y reconocen que les encantaría contar con esa uva. “Además, la uva no te deja a pie nunca, —dice con tranquilidad y mate en mano César— si uno cuida las plantas, todos los años hay frutos. No pasa lo mismo con los olivos, por ejemplo, que un año tienen buena producción y al siguiente no”.
Los Ríos armaron la bodega casera en el mismo sitio donde viven y aquí es donde quien quiera acercarse a probar los vinos deberá golpear las manos en el portón y será bien recibido. Por allí anda Catherina, la compañera de Cristian, cargando en la panza a quien en pocos días formará parte de la quinta generación.



INVOX: ¿De dónde surge el nombre Pukará que le dieron a sus vinos?
Cristian Ríos: Pukará fue el nombre de la bodega que levantó mi abuelo en la época de las grandes bodegas de Pituil y hacían esos vinos maravillosos que a nadie se le olvidan. La marca del vino es una especie de homenaje a esos hombres que le pusieron  todo el esfuerzo a esta actividad en tiempos tan difíciles. Hasta fines de los años 70 en todo este valle las familias se dedicaban a la elaboración de vinos, todos excelentes vinos y bien reconocidos por los consumidores. Luego, con los cambios en las leyes del mercado, la industrialización creciente y las formas más modernas de consumo de vinos, la actividad de las bodegas familiares y la elaboración de vinos caseros entra en crisis. Pasaron muchos años y recién ahora se está comenzando  revalorizar el vino casero. Hay personas que solamente consumen vinos caseros. En parte porque conocen la tradición de esta actividad y en otros casos porque es la posibilidad de acercarse a productos diferentes que tienen un cuidado mayor dado que elaboramos poca cantidad. Eso permite un contacto personal diario con el producto. Lo tenemos en casa y lo cuidamos como a un integrante de la familia. Crece y madura entre nosotros, es imposible que salga un mal vino.

IN: ¿La denominación de casero, atenta contra el producto en el momento de comercializarlo?
C. R.: Es una cuestión de cantidad de litros que se elaboran. Son exigencias del Instituto de Vitivinicultura que establece normas lógicas puesto que a mayor cantidad de litros elaborados se hace necesaria una mayor inversión en tecnología para mantener el producto en condiciones. Existe una gran cantidad de consumidores que tiene una conexión con los productos elaborados de manera artesanal y familiar, que saben además que todos los años encontrarán el mismo producto y lo encargan con anticipación. Nosotros tenemos público fijo que busca nuestros vinos porque conoce nuestra forma de elaborarlos y nos conoce a nosotros personalmente. Ese es el mejor aspecto de lo casero. No tenemos un “departamento de atención al cliente”, ni “estrategias de marketing” ni “sala de degustación” .  Aquí las cosas se resuelven mate de por medio en la misma mesa donde probamos los vinos.


INVOX: ¿Cómo fue el proceso de adaptación a los nuevos tiempos?
Cr. R.: Al formar parte de la Cooperativa La Riojana, eso mismo nos va haciendo evolucionar. Hace algo más de quince años entre el INTA y la Cooperativa organizaron unos cursos de replanteo de las uvas para injertar y adaptar las antiguas plantas a los nuevos requerimientos de la actividad. En este pueblo tenemos una buena predisposición a los cambios y buscamos adaptarnos. Mi padre tiene una actitud que valoro que es la de experimentar antes de hacer cambios definitivos. En una primera época aconsejaban injertar con Syrah pero mi papá decidió hacer una pequeña prueba, más adelante se comprobó que no había excelente adaptación de la cepa y pudimos darnos cuenta de que la opción era otra. La cepa que mejor se adapta a esta zona es la torrontés y por allí fuimos. Más adelante probamos con éxito el Cabernet sobre viejas plantas de Cereza.  Y así vamos experimentando y tratando de descubrir qué es lo más conveniente.

INVOX: ¿Tienen asesoramiento de enólogos y especialistas?
Cr. R.: Todos los elaboradores aquí contamos con el personal y los recursos de la Cooperativa tanto para consultas como para el acceso a insumos a mejores precios. El doctor Rodolfo Griguol, director de la Cooperativa, es una persona siempre dispuesta a probar y a aconsejar. En este pueblo hay algunas familias que hacemos vinos que luego vamos a comercializar, pero por otro lado absolutamente todas las familias hacen su propio vino para el consumo familiar. Entonces el tema del vino está presente todo el tiempo en el pueblo y por suerte contamos con apoyo cada vez que lo necesitamos.


SUEÑOS DE JUVENTUD

Hace alrededor de cinco años, una mañana también luminosa que César no olvidará nunca, Cristian llegó a casa y le dijo: “Papá, yo también voy a hacer vino. Pero voy a hacer vino blanco”. Como cualquier padre que ve a su hijo tomar un riesgo César se preocupó porque sabe de las exigencias del mercado actual. La Rioja es conocida por la calidad de los vinos torrontés y hasta los años 80 “todo el mundo” elaboraba vinos blancos y también la mayoría de la gente tomaba vino blanco. Cuando surgieron los varietales que hoy se conocen comercialmente el mercado impuso y propulsó el consumo de los varietales tintos.  Fueron estrategias de marketing que tuvieron raíz en los consejos médicos de que el vino tinto favorece el buen funcionamiento del corazón. Tanto efecto tuvieron esas estrategias que actualmente muchas personas beben vinos amparándose en esos conceptos. Pero la verdad siempre sale a la luz y hoy el vino blanco vuelve a ocupar su lugar. El torrontés riojano recibió el título de cepa absolutamente riojana aunque se cultive en otras provincias y también hace bien a la salud. El joven Ríos se subió a ese barco y, si bien atiende a los que siguen pidiendo varietales tintos, convirtió al torrontés el niño mimado de la familia.  “Es un joven que sabe tomar riesgos y yo le admiro eso, —cuenta César con orgullo—. Yo lo acompaño y lo apoyo porque reconozco que hace las cosas evaluando bien todos los aspectos. El primer año que hizo vino fue una especie de experimentación que sirvió para conocer los alcances de la uva y establecer las necesidades para el buen manejo de la elaboración. El segundo año ya le salió un lindo vino. Y va creciendo cada vez”.


INVOX: ¿Cuáles son los principales aspectos del método que utilizan?
Cr. R.: Nosotros hacemos cosecha manual en pequeñas cajones de diez kilos. En el mismo viñedo se eligen los racimos dejando en la planta los que no consideramos en excelente estado. Los granos de uva agujereados por los pájaros o por las abejas también son separados en el mismo momento. Es decir que vienen a la mesa de trabajo únicamente los racimos que pasan nuestro control de calidad. Luego hacemos un paso por la máquina de despalillado y a continuación hacemos una nueva selección manual de la uva y una separación de los restos que pueden haber quedado luego de la despalilladora. Es decir que entran en la tolva moledora sólo los granos de uva que hemos comprobado que están en buen estado. Luego, en general para los vinos dulces utilizamos las levaduras indígenas porque hemos comprobado la calidad de las mismas y lo bien que mantienen las características del torrontés. Para los vinos secos utilizamos levaduras seleccionadas que resaltan las características de cada varietal.

INVOX: Un trabajo arduo…
Cr. R.: Sí, pero es la única manera que consideramos posible. Teniendo una excelente y cuidada materia prima, en este caso la uva, es la forma en la que obtendremos un producto también excelente. Hacemos poca cantidad de vino y no podemos correr riesgos. Hay personas que esperan lo que elaboramos y no podemos fallarles, ni a ellos ni a nosotros mismos. La mayoría de nuestros clientes son los habitués de la feria de Chilecito y gente de la capital que tienen relación con Pituil.



INVOX: ¿Cómo hacen para sostener económicamente los procesos de elaboración?
Cr. R.: En principio, mediante la obtención de créditos disponibles para emprendedores del ministerio de Industria hemos ido comprando, primero la despalilladora, luego la mesa, la máquina tapadora, y así… Cuando llega el tiempo de la cosecha trabajamos todos, desde la familia hasta los amigos que vienen de visita. A veces tenemos que contratar dos o tres personas que nos ayuden. Según los recursos vamos viendo y resolviendo. El fraccionamiento es manual y allí nos repartimos las tareas según las habilidades de cada uno, para llenar, tapar y encapsular. Después viene la etapa de mantener la finca y de seguir adaptando plantas a las necesidades que surgen. Pero esto es como dice mi viejo: Uvas y tiempo.  Buenas uvas, bien cuidadas y tiempo compartido en familia para esperar que esa uva se transforme en buen vino.



PERFIL
-Cristian Ríos estudió Ingeniería en Química en Mendoza y luego Ingeniería en Sistemas en la UNdeC.
-Se capacita anualmente en los cursos organizados por la Cooperativa, la Universidad y el INTA.
-Proyecta reconstruir en los próximos años la antigua bodega Pukará que fundaron sus antepasados.
-Semanas después de esta entrevista nació Nuna Ríos, la hija de Cristian y Catherina, que debe su nombre a la voz quechua que significa “alma”.

-Los Ríos elaboran Torrontés, Malbec, Syrah y Cabernet, en sus versiones seco y dulce cada uno.


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